martes, 17 de febrero de 2009

Mísera yo


Yo no estoy acostumbrada a ser un grillo. Aún no sé si pertenezco a esa especie, ya que los insectos me interesaban tanto como las estrellas. Por suerte -hasta ahora- me tocó cantar ante auditorios supersticiosos. Auditorios de ciudades, por supuesto. De ciudades que se horrorizan ante el apareamiento de las moscas en el tendal de la ropa; ciudades colmadas de mosquitos con destino cruel; ciudades de público chato para los espectáculos, para los libros, la música y los bares literarios; ciudades sin terminal de colectivos, con bibliotecas y bibliotecarias poco concurridas; ciudades tan horrorosas que no tienen ni un solo lugar digno de ser fondo de fotografía o de postal. Eso sí, son ciudades muy abastecidas de bailes de disfraces y de bailes de caretas. Y por sobre todo, son ciudades en las cuales cumplir la ley antitabaco no esta de moda. Por suerte.

Pero yo no me adecuo a éste, mi nuevo cuerpo. No conozco mis movimientos ni mis derechos insectiles. Me choco paredes y persianas intentando volar. ¿Vuelan los grillos?

Aún repaso la lección para el lunes, aunque ya no vaya a darla; aunque ya no haya más lunes ni fin de semana en casa, ni todos los días idénticamente absurdos. Por lo menos, cumplí mi sueño de ser cantante, siempre lo fui pero no me animaba a mostrárselo a la gente. Me agobiaba incesantemente el pensar que podía resultar que pensaran de mí que era mediocre, que no servía. Temblaba al imaginar que la crítica me desollaría en todos los medios de comunicación masiva e información escasa y deforme. Me acusarían de abusar de la propiedad iterativa del lenguaje y del modo subjuntivo. En fin, pensar que harían conmigo lo que yo hacía siempre con el resto.

En este preciso instante me encuentro siendo observada por una infantil consciencia, que se dispone a escribir y no se anima. Quiere trascender y ser inmortal. Quizás yo la inspire con mis torpes intentos de salir al patio de la pensión, a cantar a la puerta del gordito rubio. Cuando yo logre lo que me propongo, ella se quedará sola. Pero esta vez, un temblor recorrerá su cuerpo y será fatal, irreparable. Será otra. Tendrá un destino distinto del mío. Ella no será insecto. Se olvidará de Freud y del lunes, y mirá que ya es miércoles, que mamá y papá, que las amigas y los compañeros de la facultad, que el quevaser de la abuela a la que no quiere, que si no te gusta Borges, cambiate a ciencias económicas y escondé esto para que nadie lo vea. Tragatelo con un buen mate y que toque fondo, amigo, y que resurja como un piojo en días de peatonal en la cabeza de tu hermana y qué soledades y qué profesores de gramática y lenguas clásicas.

1 comentario:

  1. Im-pe-ca-ble ! Nena seguí escribiendo así, desde la furia y la paz, desde adentro, bien desde adentro ! ya recuperé mi cuenta de blog. Pude entrar. Je. Un abrazo!! seguíii escribiendo, ok?

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